Tiempo atrás, quien escribe estas líneas era mototaxista. Me desplazaba todos los días por mi barrio y casi siempre que pasaba un señor con su carretilla vendiendo cebiche, me acercaba y le compraba. No solo era yo quien iba, mis amigos mototaxistas también compraban y terminábamos comiendo todos. Siempre me pregunté cómo preparaba la leche de tigre, porque de verdad es muy rico. Tiene un sabor distinto a la de las cebicherías, un sabor que solo se encuentra en esta carretilla andante.
Se levanta todos los días a las cuatro y media de la mañana para preparar el cebiche y la leche de tigre. Éste último lo prepara con un licuado que no encontrarás en otro lado. Licúa: pota, cangrejo, choro, pescado, ají de escabeche, ají limo, kion, apio, culantro, pimienta, ajinomoto, sal, limón y leche. Sabe juntar muy bien todos estos ingredientes para que salga esa leche de tigre tan exquisita que gusta tanto. Ambos los sirve acompañado de camote, chicharrón de calamar, cancha y choclo.
Estaba caminando por el mismo paradero donde antes laboraba en mi moto, y como caído del cielo apareció nuevamente este hombre empujando su negocio. Como muchas otras veces, había llegado acompañado de sus dos pequeñas hijas, quienes le dan alegría en todo el trayecto que hace diariamente, y que poco a poco aprenden del ejemplo de su padre. Me acerqué dispuesto a saber un poco la historia del hombre detrás de la vitrina.
Justiniano Bolaños Aliaga con sus dos pequeñas hijas. |
Supe en el acto que era paisano de mi madre, también es de Cajamarca. Justiniano Bolaños Aliaga recorre las calles del populoso distrito de San Juan de Lurigancho desde hace trece años. No tiene un lugar estable, pues sabe bien que es mejor salir a buscar el éxito a esperar de brazos cruzados que éste llegue a él. Recorre las zonas: La Huayrona, Las Flores y Los Postes.
Cerca de las nueve y media de la mañana sale de su casa ubicada en la zona Las Huaridas con su esposa, quien también vende como él, pero ella toma otra ruta. El cebiche que prepara puede costar entre cinco y siete soles, dependiendo del tamaño de plato que uno desee. En la época que le compraba cuando yo era mototaxista, la leche de tigre lo vendía a un sol cincuenta el vaso. Hoy ese precio ya no existe, ahora hay de dos y tres soles. Precio que aún sigue siendo cómodo.
Así que si usted quiere probar esta delicia preparada por las manos de don Justiniano, espérelo por las zonas mencionadas líneas arriba, que en cualquier momento aparecerá y lo deleitará. Provecho.
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