viernes, 19 de junio de 2015

Desde muy pequeño soy amante de la pizza, siempre que he tenido la oportunidad de comer una, no lo pienso dos veces y aunque esté satisfecho sigo comiendo. En mi casa todos comemos pizza, y digo esto, porque he conocido mucha gente a quien no le agrada el pan caliente, el queso derretido, el sabor a tomate, el jamón y... mejor no sigo porque no terminaré de escribir e iré por una.

Cesar  Augusto Luciano Valverde
Es así que conocí a Cesar Augusto Luciano Valverde, un señor que prepara pizzas hace dieciocho años, pero que tiene su negocio propio desde hace dos años y medio. Este señor a innovado el arte en esta especialidad, pues a creado nuevos sabores, como es el caso de implementar cuy. También es organizador del Festival de la Pizza, que se realizó el treinta de mayo pasado, y tuvo lugar en su propio local.


En la pizzería "KIKO'S", se vende cuatro pizzas grandes al día, que es un promedio de entre ocho y diez tajada dependiendo del tamaño del pan, si es familiar o grande. Si desea llevar una entera, el costo es de treinta y seis soles.  Además de crear innovadores sabores, los precios que maneja son muy cómodos. La tajada de pizza de cualquier sabor, está tres soles y sale con su vaso de gaseosa.


Solo necesita un par de minutos para prepara una pizza y solo en cinco minutos ya está lista una tajada salida del horno lista para ser devorada. Los ingredientes que conforman esta sabrosa tajada son: chorizo en bastones, jamón, salchichón, aceituna, cabanossi, champiñones, pimentón, piña, entre otros. Un dato curioso es que don Cesar prepara cada tajada por individual,es decir, proporciona la misma cantidad de ingredientes para cada una y todo esto lo realiza con una sola mano, ya que la otra la usa solo para recibir el dinero.


Este dieciocho de julio próximo realizará otro festival, en el cual preparará más de cuarenta pizzas de diferentes sabores, entre ellos están: de cuy, chancho, pollo, carne y muchos más que podrá deleitar en el evento. Ya lo sabe, no se pierda esta innovadora  idea y no deje de apoyar la creatividad peruana. Vaya en familia y disfrute de una deliciosa tajada hecha por las manos de Cesar, que lo puede encontrar en la avenida Los Postes Este 288. Buen provecho.



Ahora que entramos a Otoño y el frió se hace presente por las noches, necesitamos algo que nos mantenga calientes si salimos de casa por algún motivo. Muy aparte de salir abrigado, el cuerpo necesita líquidos calientes para mantener su temperatura habitual. Es así que hacemos una pausa y nos sentamos a tomar un café caliente acompañado de unas deliciosas cachangas al paso.

Sonia Condori Arpita
Es admirable la labor de Sonia Condori Arpita, pues ella viene todos los días desde Mariscal Cáceres hasta la Huayrona para vender las cachangas que prepara. Tiene seis años en este negocio y no le importa el frío que hace, solo quiere dejar satisfechos a sus comensales. Ellos llegan todas las noches a buscar a doña Sonia en la avenida los Postes.


Vende un promedio de cuarenta a cincuenta cachangas con café diariamente, el precio es de un sol cualquiera de los dos. Comienza a preparar todo a partir de las cinco de la tarde y se queda hasta la media noche. También vende anís, té, manzanilla y emoliente para aquellos que no les gusta el café pasado. Es muy atenta con sus clientes, a quienes les da la mejor calidad de servicio a pesar de estar en la calle.


Prepara las cachangas con harina de trigo, huevo y maíz. No se hace preocupa por la venta, pues llegan desde distintos lugares para comprar. Aveces le comprar varias cachangas, y lo llevan a su casa para tomar el lonche con la familia. Doña Sonia llega todas las tardes y si quiere probar un buen café pasado con unas cachangas deliciosas, no se olvide de visitarla a la altura de la avenida Postes con Próceres.  Está servido.

Me gusta mucho el punk rock, un género que la mayoría critica. Tengo una banda y toco con ellos desde hace ocho años. Siempre nos juntamos en la casa de un buen amigo para ensayar nuestros temas, y de vez en cuando pasa un triciclo con un megáfono incluido diciendo: "Churros, lleve su rico churro casera, no se puede quedar sin su churro. Llegaron los churros!!!". Como a mi me gusta mucho el dulce, siempre le he comprado a ese señor que tiene una manera muy graciosa para llamar a la clientela.

Demetrio Mamani Ayamari , proveniente de la región de Puno, llegó a Lima en el año setenta y ocho. Cuenta con veinte años de experiencia en la preparación de churros y su sazón supo cautivar a mis amigos y a mí. Nosotros siempre lo hemos conocido como "Churros Pietro", porque así era el nombre que tenía en la carretilla que pedaleaba.

Demetrio Mamani Ayamari
Hoy ya no es "Pietro", hoy es "Demetrio" y es su propio jefe. Dejó de trabajar con Pietro hace un tiempo y ahora el mismo tiene su movilidad y no le rinde cuentas a nadie. Hoy don Demetrio sigue recorriendo las calles de San Juan de Lurigancho vendiendo ese churro humeante que fríe en el acto. Sale de lunes a domingo de cuatro a ocho de la noche.

Vende doscientos churros al día, y cada churro cuesta un sol. Comienza a preparar la masa de nueve de la mañana a tres de la tarde. Su secreto está en los insumos de primera calidad. Lo prepara con manteca, mantequilla, huevo, anís, levadura, azúcar y un toque de sal. El manjar que lleva adentro es otro de sus secretos.


El churro recién salido de la sartén lo baña en azúcar blanca y es una delicia para quienes lo comen. Lo conocen casi todos en la zona y cada vez que pasa por la casa de mi amigo y estamos ensayando, brindando o conversando, siempre compramos los churros a don Demetrio, ex "Pietro", que nos atiende con el carisma que lo caracteriza.

Si usted quiere probar este manjar y comprobar por sí mismo lo que escribo acá. Él recorre las zonas de Manco Inca, La Huayrona y San Hilarión, sea paciente, en cualquier momento escuchará su singular forma de promocionar sus churros y usted sabrá que llegó la hora de disfrutar un caliente churro.
Si usted tiene una reunión familiar, un cumpleaños o solo el simple hecho de querer comer unos dulces mientras ve una película el fin de semana, lo invito a que acerque al cruce de las avenidas Próceres con Postes. Ahí encontrará en toda la esquina un pequeño stand de confitería para el deleite de su paladar.
José Mescua Flores
José Mescua Flores es un huancavelicano de veintisiete años, que con diez años de experiencia a logrado posicionarse muy bien en una esquina muy concurrida. Él, cuenta con más puestos de confitería, y tiene el permiso de la municipalidad. Además de implementar en su puesto recargas de celulares y accesorios para estos mismos.


Trabaja de lunes a domingo. Él mismo prepara sus dulces, entre los que más salen son: chifle, papa hoja, maní confitado y maní salado. También tiene camote y cancha salada. Cincuenta gramos de cualquiera de estos dulces cuestan un sol, y si quiere llevar cien gramos, está el doble. Vende un promedio de doscientas bolas de cincuenta gramos al finalizar el día.


José es un claro ejemplo de la perseverancia, se está proyectando a tener un puesto fijo. Ya que tiene que guardar su stand en la pollería que está atrás de él, y ésta cierra a la media noche, no lo puede guardar antes. En poco tiempo encontró la sazón adecuada para tener a sus clientes satisfechos, quienes diariamente llegan a comprar sus dulces.

El verano ya se fue, aveces amanece nublado y otras veces con los rayos del sol. Cuando el día calienta la garganta se seca, y hay que refrescarla. Pero no me estoy refiriendo a ingerir bebidas alcohólicas. Pues no hay nada mejor que tomarse un refresco muy natural, nada de esos que vienen embotellados y lo bombardean con demasiada publicidad las grandes empresas como "jugo" de fruta natural. No les crea, solo quieren vendere una gastritis segura con el paso del tiempo.

Junior Galindo Tello
Estoy muy seguro que usted alguna vez a tomado jugo de caña de azúcar, si, ese milagroso jugo que puede ayudar a combatir varios problemas de salud y que está al alcance de cualquier persona que quiera probar esta maravilla que nos brinda la naturaleza. La caña de azúcar contiene nutrientes que son beneficiosos para los órganos internos del cuerpo humano.


Caminaba por un mercado en la zona de San Hilarión, y me topé con Junior Galindo Tello, un joven que ayuda a vender jugo de caña de azúcar a su madre, doña Verónica Tello. En ese momento no se encontraba la señora, solo estaba Junior atendiendo el negocio y me recibió de la mejor manera, me sirvió un buen vaso de jugo y encima me aumentó como medio vaso más.


Tienen cuatro años en el negocio. Su abuelo comenzó con el negocio, luego siguió la abuela Gertrudis hace ocho años, por la zona de La Huayrona. Es un negocio familiar, pues casi todos salen a vender esta delicia y les va muy bien. La gente ya los conocen. Además de dar "yapa" la caña que venden es muy dulce. Perfecta para disfrutar en cualquier momento del día.

Junior Galindo, vende un promedio de setenta vasos al día, el precio es de un sol, y siempre te repite un poco más. Me cuenta que en este negocio no hay pierde, porque si no se vende, lo fermenta y luego lo vende como guarapo que también sale por vasos o si no por botella que cuesta diez soles la de tres litros. Está en las afueras del mercado "San Hilarión" de lunes a sábado desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde.


Ya sabe, si tiene problemas de asma, colesterol, si tiene debilidad, bronquios, si está mal de los riñones; no dude en darse una vuelta por el mercado mencionado que se encuentra a la altura el paradero quince de la avenida Próceres de la Independencia, y tomarse un buen vaso con ese jugo de caña que está delicioso. 

Cuando mamá se va de viaje y no cocinan en mi casa, tengo que comer en la calle. Todos queremos encontrar ese sabor de casa en los restaurantes a los que vamos. Son pocos los lugares en donde puedes comer tranquilo sin preocuparte por el exceso de condimentos o por la higiene en la preparación. Eso, sin mencionar la comodidad que te pueden brindar algunos lugares de comida a la hora del sagrado almuerzo.


El restaurante "M&M" es uno de esos lugares que cuando comes sientes que estás como en casa, la comida preparada como la de mamá y la comodidad justa para el deleite de los platos preparados por la casa. Justina Chávez Pérez, es la dueña de este negocio, quien al comienzo fue iniciado por su hija Milagros y su pareja Marcos (de ahí viene el nombre M&M). Justina lleva siete años trabajando en el mismo lugar y en todo este tiempo ganó muchos clientes fijos que llegan a diario para almorzar.

Justina Chávez Pérez
Trabaja todos los días sin descansar ni uno solo. Es el prototipo de la mujer peruana, trabajadora. Se levanta todos los días muy temprano y a las siete y media de la mañana ya está en su puesto preparando la comida que venderá horas más tarde. Germán Barturén es su esposo y acompaña todos los días en las labores del restaurante. Doña Justina se encarga de la cocina y don Germán se encarga de los comensales. Logran vender un promedio de cincuenta platos al día. Y a las cinco de la tarde están de regreso a casa.


La especialidad del restaurant "M&M" es la comida norteña. Ella me cuenta que usa muy pocos condimentos, es bajo en grasa y lo prepara con esos secretos de la abuela para que tenga el sabor de casa. Justina es de Cajamarca, de la provincia de Santa Cruz y llegó a Lima hace muchos años, poco a poco fue aprendiendo a combinar la comida norteña con la limeña. Es por eso que los platos que más salen son: cabrito a la norteña, seco con frejoles, pescado frito, y el infaltable cebiche, entre otros.
De izquierda a derecha: Luis Barturén, Germán Barturén y Justina Chávez Pérez
El menú está seis soles y viene con sopa. El plato extra cuesta ocho soles. Los sábados y domingos trabaja con sus dos hijos, Luis y Milagros. Milagros trabaja con doña Justina en la cocina, y Luis está afuera con don Germán, sin duda, es un trabajo en equipo, un trabajo de familia. Si gusta probar de uno de sus platos, recuerde que son preparados con insumos de primera calidad. La encuentra en el cruce de las avenidas Postes con Las Flores, justo en toda la esquina del mercado "El Paraíso"

Tiempo atrás, quien escribe estas líneas era mototaxista. Me desplazaba todos los días por mi barrio y casi siempre que pasaba un señor con su carretilla vendiendo cebiche, me acercaba y le compraba. No solo era yo quien iba, mis amigos mototaxistas también compraban y terminábamos comiendo todos. Siempre me pregunté cómo preparaba la leche de tigre, porque de verdad es muy rico. Tiene un sabor distinto a la de las cebicherías, un sabor que solo se encuentra en esta carretilla andante.

Estaba caminando por el mismo paradero donde antes laboraba en mi moto, y como caído del cielo apareció nuevamente este hombre empujando su negocio. Como muchas otras veces, había llegado acompañado de sus dos pequeñas hijas, quienes le dan alegría en todo el trayecto que hace diariamente, y que poco a poco aprenden del ejemplo de su padre. Me acerqué dispuesto a saber un poco la historia del hombre detrás de la vitrina.

Justiniano Bolaños Aliaga con sus dos pequeñas hijas.
Supe en el acto que era paisano de mi madre, también es de Cajamarca. Justiniano Bolaños Aliaga recorre las calles del populoso distrito de San Juan de Lurigancho desde hace trece años. No tiene un lugar estable, pues sabe bien que es mejor salir a buscar el éxito a esperar de brazos cruzados que éste llegue a él. Recorre las zonas: La Huayrona, Las Flores y Los Postes.


Se levanta todos los días a las cuatro y media de la mañana para preparar el cebiche y la leche de tigre. Éste último lo prepara con un licuado que no encontrarás en otro lado. Licúa: pota, cangrejo, choro, pescado, ají de escabeche, ají limo, kion, apio, culantro, pimienta, ajinomoto, sal, limón y leche. Sabe juntar muy bien todos estos ingredientes para que salga esa leche de tigre tan exquisita que gusta tanto. Ambos los sirve acompañado de camote, chicharrón de calamar, cancha y choclo.


Cerca de las nueve y media de la mañana sale de su casa ubicada en la zona Las Huaridas con su esposa, quien también vende como él, pero ella toma otra ruta. El cebiche que prepara puede costar entre cinco y siete soles, dependiendo del tamaño de plato que uno desee. En la época que le compraba cuando yo era mototaxista, la leche de tigre lo vendía a un sol cincuenta el vaso. Hoy ese precio ya no existe, ahora hay de dos y tres soles. Precio que aún sigue siendo cómodo.

Toñito, uno de sus clientes fijos.
Así que si usted quiere probar esta delicia preparada por las manos de don Justiniano, espérelo por las zonas mencionadas líneas arriba, que en cualquier momento aparecerá y lo deleitará. Provecho.

Si usted es una de aquellas personas que les gusta salir a cenar a la calle y no comer grasa, aquí le traigo una buena opción para que pueda ir a visitar este lugar que le dará la bienvenida con su incomparable aroma a pescado recién frito. Un buen warique para ir el fin de semana acompañado de la familia, pasar un momento agradable y no preocuparse por lo demás.

Margarita Quispe Coronado
Margarita Quispe Coronado, sale todos los días a vender pescado frito en el primer piso de su casa. Lo acondicionó, pintó, compró unas mesas y sillas y todo lo que vino después fue un éxito. Cerca de las seis de la tarde, comienza su labor. Ya tiene todo listo, todo ordenado e impecable. Sus tres hijas la acompañan todos los días, y con ellas escribe una noche más en su historia de esfuerzo y perseverancia que ella misma forjó desde hace cinco años.

Margarita Quispe Coronado acompañada por dos de sus tres hijas.
El pescado merluza es el delicioso plato que encontrará, y los precios varían entre cuatro, cinco y seis soles; así que no hay excusa para no darse una vuelta y probar la sazón de doña Margarita. Todos sabemos que la merluza es muy rico en proteínas, calorías, y vitaminas, si no lo sabía lo invito a que lea más sobre las propiedades de este pescado aquí.

Son cuarenta platos que vende diariamente, menos los miércoles, porque ese día descansa y la pasa compartiendo gratos momentos con los suyos. Los sábados y domingos es donde llegan familias enteras y cada miembro tiene un paladar muy exigente. Esto no es problema para doña Margarita, ya que ella sabe preparar muy bien este plato que gusta de todos.


Lo sazona con sal, harina de apanar, comino y pimienta. Lo sirve con arroz, yuca frita y su ensalada. Para acompañar el plato, tiene refresco de maracuyá, que hacen que sea la combinación perfecta entre sal y dulce. Ya sabe, si quiere cenar algo nutritivo y muy bajo en grasas, la encuentra desde las seis de la tarde hasta la media noche en la avenida Los Postes Este 162, en San Juan de Lurigancho.

jueves, 18 de junio de 2015

A menudo suelo pasar por la esquina del mercado de mi barrio. Ya sea para ir a ensayar o para comprar en la farmacia del "chinito". Y siempre que he pasado por las mañanas he visto que hay una señora que vende chicharrones en toda la esquina. Es uno de los pocos wariques que siempre tiene clientes y que la mayoría de la clientela sean las amas de casa, que todos los días llegan al mercado a hacer las compras del hogar y aprovechan para deleitar el paladar con un crocante chicharrón.


Felícita Oviedo Jalanota, es la encargada de deleitar a sus comensales todas las mañanas. Con su incomparable sazón ganó muchos clientes en los doce años que lleva trabajando en la esquina del mercado Mariano Melgar. La Sra. Oviedo llega todos los días a las ocho de la mañana, vende un promedio de cuarenta platos antes de las tres de la tarde, y a las cuatro ya está de regreso a su casa, ubicada en la zona "La Libertad".

Un rico y crocante plato de chicharrón, con su papa, camote, mote, cancha, ensalada de cebolla con hierbabuena y sus gotas de limón, pueden costar entre dos, tres, cuatro y cinco soles, dependiendo de la presa que uno apetece. Por si fuera poco,  puede acompañar todo esto con un vaso de chicha de maíz morado, y estoy seguro que pedirá más.

Felícita Oviedo Jalanota.
Doña Felícita me cuenta que la presa que más sale es la cola, y cuesta cuatro soles. También vende pierna, pecho y cadera. La hora en la que se queda "sin manos" es de once a once y media de la mañana, es en ese momento en que su puesto se llena y ella tiene que agilizar las manos si es que quiere vender más. Aunque por lo que he visto, no se tiene por qué preocupar, pues vende absolutamente todo.

Me cuenta que el secreto está en el aderezo del chicharrón y en el tiempo de cocción. Pues lo fríe en media hora. Solo lo adereza con sal, ajo y un ingrediente especial que solo ella sabe y hace que su plato sea uno de los más sabrosos y vendidos en todo el mercado. Ya sabe, no se quede con las ganas y pruebe este delicioso platillo preparado por las experimentadas manos de la seño Felícita.


miércoles, 17 de junio de 2015


Cada vez que mamá me llevaba al mercado cuando era pequeño, siempre le pedía que me compre ponche (de huevo batido)...
Aquella diminuta bolsa llena con espuma blanca, un agradable olor a vainilla y unas coloridas grajeas podían hacer delirar a cualquier niño que la viese, y claro, yo no era la excepción.

Hoy, casi más de diez años después, me atrevo nuevamente a probar este delicioso dulce, los recuerdos de mi niñez no se hicieron esperar. Llegué temprano a buscar a la misma señora que años atrás me deleitaba con su sazón.

Eutropia Quispe Pantía
Doña Eutropia Quispe Pantía, es la protagonista de un sinfín de ponches preparados y vendidos en su totalidad diariamente. Ella, lleva diecisiete años en el mismo mercado desde que se inició, pues luego de pasar siete años en la informalidad, hoy cuenta con un pequeño puesto propio donde llega todos los días a las ocho de la mañana y se queda hasta promediar las tres de la tarde.

Ella llegó al mercado luego de haber sufrido una dolorosa pérdida, el fallecimiento de su esposo. Desde ese momento decidió salir adelante. Una mañana mientras hacía sus compras diarias, una señora le dio la idea de comenzar su propio negocio. Fue así, que solo necesitó un gran tazón, una batidora, los insumos, y su talento para dar inicio a diecisiete años de mucho esfuerzo y dedicación. Diecisiete años, que hoy recuerda con una gran satisfacción.


A doña Eutropia la conocen en todo el mercado, pues es la única persona que vende ponche, así que tiene sus fieles caseros y sus precios son muy accesibles. Hay de treinta céntimos, cincuenta céntimos y la gelatina con flan cuesta setenta céntimos. Así que no hay excusa para probar este delicioso dulce que aparte de ser rico para el paladar, es nutritivo para el cuerpo, pues está hecho de huevo, azúcar, vainilla y algarrobina


Lo invito a que pruebe un sabroso ponche preparado por doña Eutropia, que la puede encontrar todos los días en la puerta número seis del mercado Mariano Melgar, que está ubicado en el paradero diecisiete de la avenida Las Flores, en San Juan de Lurigancho. Vaya y compruébelo por usted mismo.